viernes, 12 de octubre de 2007

Memoria y trauma en los testimonios de la represión franquista, de José Ignacio Álvarez Fernández (III)

Como con los testimonios previos, los de Eduardo de Guzmán traen a nuestro recuerdo las palabras sobre el compromiso político, la derrota y las consecuencias psicológicas de que hablan Cinfuegos y Monelli. "Atrás, en los muelles", escribe De Guzmán con una prosa embargada por el dolor y la desesperación...
(...) dejamos los cuerpos de cuantos no quisieron o no pudieron sobreponerse al dolor y vergüenza de la derrota. Junto a ellos, con ello, tan muertos como ellos, quedan nuestras ilusiones de treinta y dos meses de lucha; más aún, las esperanzas acariciadas amorosamente durante toda la vida por millones de liberales, republicanos, marxistas y libertarios españoles. Abandonamos el puerto entre una doble fila de soldados enemigos. Caminamos despacio y en silencio. No tenemos prisa por llegar a ningún sitio ni ganas de pronunciar una sola palabra. Cada uno carga con lo poco que pudo salvar del general naufragio. (...) Muchos van con las manos tan vacías como su propio espíritu en esta hora de hundimiento moral y material. Sobre todos pesa, con mayor carga que los livianos equipajes, la abrumadora convicción de haber sido vencidos.
-Pronto envidiaremos a los muertos.
La amarga frase, escuchada momentos antes, continúa resonando en mis oídos. Empieza ya a ser realidad para mí".
(E. de Guzmán, 1974)
Al derrumbe moral y psicológico causado por la derrota bélica, los combatientes republicanos deberán añadir además la dergüenza y la humillación por su condición de vencidos. Por eso, a De Guzmán se le presenta como digno de admirar el final de tantos compañeros que, lejos de permitir que el desánimo acabará con sus ideales, dejaron su vida luchando hasta el último minuto contra el fascismo:
"Envidio con mayor fuerza aún a cuantos murieron luchando durante los años precedentes, con un arma en las manos, alentados por una fe inquebrantable en el triunfo próximo de las ideas regadas con su propia sangre, seguros de que su sacrificio no resultaría estéril.
-Nosotros no tendremos ni siquiera ese consuelo".
(E. de Guzmán, 1974)
(Texto sacado del libro de José Ignacio Álvarez Fernández, "Memoria y trauma en los testimonios de la represión franquista")

1 comentario:

Juan dijo...

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